Música machista y misógina

Esta vez compartimos una noticia qué nos ha dejado pensando. A nosotras nos gusta el  Rap,  de hecho algunas letras nos parecen muy cañeras y divertidas; sin embargo, últimamente algunos canciones de rap vienen  llenas de insultos machistas y discriminatorios hacia las mujeres,  un ejemplo de ello, son las canciones de Maluma.

La música de Maluma viene petando entre los chicos y chicas, y como nos interesa saber por qué gusta tanto,  les animamos a leer este articulo, escuchar algo de Maluma y  a  compartir sus comentarios.

Machista y misógino: así es el artista que lo peta entre los jóvenes

primera se desespera, se encojona si se lo echo afuera. La segunda tiene la funda y me paga pa que se lo hunda». No son frases extraídas de una película X, sino la música que arrasa entre los jóvenes. El autor se llama Maluma y esta semana ha sido invitado por Telecinco para asesorar y servir de ejemplo a los nuevos talentos musicales de este país en el programa La Voz.

«Eni-love-rap-source los adolescentes ya no hay desigualdad»; «Las nuevas generaciones lo tienen superado»; «El feminismo ya no es necesario». Cada vez que escuchéis una de estas afirmaciones podéis poner a todo volumen cualquiera de las canciones de Maluma y se darán de bruces con la realidad. Este ídolo de masas, cuyas letras se cantan y bailan en todas las discotecas, es uno de los ejemplos de masculinidad que hoy reciben los adolescentes.

Uno de sus últimos trabajos, Cuatro Babys, es toda una apología de violencia hacia las mujeres que las describe como meros cuerpos intercambiables y disponibles al servicio del deseo sexual ilimitado, irrefrenable e incontrolable de los varones. Pudiera ser que entre la música y la pésima pronunciación del artista, que parece tener algunos problemillas de dicción, el mensaje pasara desapercibido, pero me he permitido extraer y analizar algunas de las estrofas que no tienen desperdicio.

Si tienen un estómago resistente pueden ver este vídeo (aviso: puede producir náuseas, vómitos y malestar general, además de un incremento de la sensación de cabreo a medida que avanza).

«Estoy enamorado de 4 babys. Siempre me dan lo que quiero. Chingan cuando yo les digo. Ninguna me pone pero». El efecto Axe de toda la vida, creer que por ser un hombre y chasquear los dedos todas las mujeres caerán rendidas alrededor y con las bragas bajadas. De lo que no advierte esta letra es de las contraindicaciones, como por ejemplo, terminar en la cárcel por creer que las mujeres están para complacerte. Ojito con la asociación «estar enamorado» con practicar sexo con cuatro mujeres.

«Dos son casadas. Hay una soltera. La otra medio psico y si no la llamo se desespera». Aquí se presenta al rebaño, a ese grupo de mujeres informe y sin nombre propio a las que sí se describe en función de su estado con respecto a otros hombres: solteras o casadas. Si no caben en esta clasificación es que directamente son unas psicópatas («psico» para los amigos).

«La primera se desespera, se encojona si se lo echo afuera. La segunda tiene la funda y me paga pa que se lo hunda. La tercera me quita el estrés, polvo corridos siempre echamos tres. A la cuenta de una le bajo la luna pero ella quiere con Maluma y conmigo a la vez». Aquí habla el colega de Maluma, otro macho muy macho, que relata qué hace con cada una ellas. Claramente ser hombre va asociado a follar con muchas y muchas veces. Y además lo que ellas quieren es: que se corra dentro, que las deje «preñas» (lo detalla más adelante), que le lo haga muy profundo… y todo para aliviarles a ellos del estrés. Queda claro que ser «muy hombre» también consiste en no tener ni idea de lo qué es el placer femenino ni preocuparse por él.

«Tú tienes toas mis cuentas de banco y el número de la Master Card. Tú eres mi mujer oficial» «Todas quieren chingarme encima de billetes de cien. Me tienen en un patín. Comprando en San Valentín. Ya me salieron más caras que un reloj de Ulysse Nardin». La figura del hombre proveedor, el cazador de la manada. El varón es el que trae el dinero y mantiene a la mujer (perdón, a las mujeres). Ellas, como no podía ser de otra manera, son malas y quieren aprovecharse de él… Muy moderno todo sí.

«De chingar ninguna se enzorra. La pelirroja chichando es la más que se moja. Le encojona que me llame y no lo coja. Peleamos y me bota la ropa y tengo que llamar a cotorra pa que la recoja». Además de estar disponibles para el sexo (esta parte creo que ya nos ha quedado clara) las mujeres también hacemos de sirvientas y recogemos la ropa y por una pequeña propinilla la lavamos, planchamos y dejamos doblada encima de la cama. «Cotorra» la pobre tampoco tiene nombre.

«Ya no se ni con cual quedarme y es que todas maman bien, todas me lo hacen bien». Tremendo conflicto al que se enfrenta nuestro personaje: ¿con cuál de las chicas quedarse? ya que todas le complacen sexualmente y ya no hay nada más que una mujer pueda ofrecer. En el fondo es un pobrecillo. Ni que decir tiene que ellas tampoco eligen sino que acatarán la decisión de él.

«Diferentes nacionalidades pero cuando chingan gritan todas por iguales. Quiere que la lleve pa medallo. Quiere que la monte en carros del año. Y a las otras 2 les de juntas en el baño». Recordemos aquí la frase de uno de los violadores de sanfermines: «Ella estaba gimiendo, ella estaba disfrutando», que luego nos preguntamos de dónde vienen estas cosas… Y por si no gritamos lo suficiente también lo podemos hacer de dos en dos, juntas en el baño, una en contralto y otra en soprano.

Éste y no otro ha sido el artista elegido por la cadena Telecinco para dar consejos a los profesionales de la canción, todo un ejemplo de cultura y de valores que relacionan la figura masculina con la de una especie de animal cuya única aspiración en la vida es tener dinero y chingar. Por lo visto uno de los coachers del programa también muy macho, Melendi, quiso estar a la altura y le dio un aviso al invitado:«Cuidado con quién subes la próxima vez al escenario», en referencia a un perreo entre Maluma y la expareja del asturiano. Debe ser que aunque ya no estén juntos ella también es de su propiedad.

Me pregunto en qué estaba pensando el equipo de La Voz para invitar a este ídolo de masas. Me pregunto qué habrán pensado los concursantes al ser aconsejados por él. Y también me pregunto qué pensarán los espectadores. Se echan de menos las voces de hombres manifestándose al respecto ¿De verdad no se os revuelve un poquito el estómago cuando escucháis esto? ¿Os sentís representados de esta forma? ¿No os aterra que vuestros hijos se eduquen con estos modelos?

http://www.huffingtonpost.es/yolanda-dominguez/machista-y-misogino-asi-e_b_13390988.html

EL BESTIA Y LA BELLA, EL MITO (ART. DE CORAL HERRERA)

Esta vez queremos compartir contigo este articulo de Coral Herrera que nos ayuda a pensar porque a veces tanto chicas y chicos «normalizamos» la violencia. Esperamos que reflexiones sobre quién te quiere bien:

El Bestia y la Bella, el mito

Si, el violento te secuestra, te viola, te escupe, te golpea, te mata, pero es porque te quiere mucho y no sabe cómo demostrártelo. El Bestia es un pobre monstruo que ha sufrido de pequeño y que como no tiene herramientas para gestionar sus emociones, cuando se enoja o se siente mal, te maltrata. Luego te pide perdón y te promete que cambiará, y la Bella por supuesto le cree, y le da mil oportunidades: ella además de bondadosa es una ingenua que se aferra a la idea de que él cambiará y podrá quererla bien algún día.

Esta es una de las razones por las cuales las víctimas de violencia de género se quedan junto a sus maltratadores: creen que ellos son víctimas que algún día cambiarán. Las películas de Hollywood están constantemente mitificando e idealizando a los machos violentos como seres muy sensibles que han sufrido mucho y que están mutilados emocionalmente por algún trauma del pasado (su novia les traicionó y les abandonó, su esposa se murió en un accidente, etc)Las mujeres que salen en las películas se sienten atraídas por ese corazón de piedra y todas quieren ablandar y derretir sus muros defensivos. Quieren protegerle, cuidarle, y devolverle la fe en la Humanidad. Ellas creen que con su entrega y su capacidad de sacrificio, ellos volverán a creer en la fuerza del amor, y podrán abrir su alma a la otra persona para fusionarse románticamente con ella. El resultado es que a las mujeres de carne y hueso nos da mucha ternura encontrarnos con estos machos mutilados emocionalmente, y nos ponemos en el papel de las salvadoras: yo le daré tanto amor que al final cambiará, y seremos felices como en los cuentos de hadas.  

También las películas para niños y niñas lanzan el mismo mensaje: si te dejas maltratar, serás recompensada. Por ejemplo, en Frozen: la hermana mayor maltrata y desprecia a la hermana pequeña durante toda la película, hasta que al final también un beso deshace el hechizo que amargó el carácter de «la pobre» Elsa, una sádica que no nació con el corazón de hielo, sino que un hechizo la convirtió en un ser frío y cruel.  La pequeña Ana aguanta y su amor es completamente masoquista: yo la quiero aunque no me deje acercarme, yo la quiero aunque ella no me quiera, yo la quiero y espero que algún día se compadezca de mi y me quiera también. 

En los cuentos y las películas, los maltratadores nunca reconocen su problema, ni piden ayuda, ni se lo trabajan para poder dejar de ejercer violencia sobre las mujeres. Su problema siempre se resuelve mágicamente, en un abrir y cerrar de ojos, sin terapias de ningún tipo: es una especie de milagro, por eso en la vida real muchas mujeres creen que también sus parejas algún día pueden cambiar de la noche a la mañana.

El mensaje que tenemos que lanzar para los maltratadores es que las mujeres no son objetos, no son su propiedad privada, y no se merecen ser tratadas como seres inferiores. No hay excusas que justifiquen su crueldad, tienen que aprender a resolver los conflictos sin violencia, y si no saben cómo hacerlo, han de pedir ayuda profesional y trabajarselo mucho para no dañar a la gente que les quiere.

No es un tema individual, sino colectivo: para poder acabar con los malos tratos y la violencia contra las mujeres, tenemos que acabar con la desigualdad y el machismo, tenemos que acabar con la pobreza y la dependencia económica, tenemos que introducir la educación sexual y emocional, y los valores del feminismo para que los niños aprendan a relacionarse con respeto y con amor.

También tenemos que introducir muchos cambios en nuestra cultura amorosa: acabar con la mitificación del macho violento y con el victimismo femenino, dejar de ensalzar el sadismo masculino y el masoquismo romántico femenino, y  desmontar la idea de que «quien bien te quiere te hará llorar», «del odio al amor hay un paso», o «los que más se pelean son los que más se desean».

Los medios de comunicación y las industrias culturales pueden hacer mucho para eliminar el machismo y acabar con la violencia en todos los cuentos, películas, canciones y series televisivas. Los mensajes que podemos lanzar son simples y sensatos: si te pega, no te quiere. La violencia no es una prueba de amor. El secuestro, los insultos, los desprecios, las amenazas, los castigos, las humillaciones, los abusos sexuales dentro y fuera de la pareja, no son una prueba de amor.

Quien te quiere bien, no te hace llorar: te cuida y te trata con cariño. Podemos desaprender el romanticismo patriarcal y aprender a querernos bien, podemos sufrir menos, y disfrutar del amor. Otras maneras de amar son posibles…

Coral Herrera Gómez

(http://haikita.blogspot.com.es/2016/09/el-bestia-y-la-bella-o-porque-les.html)

Claves para desmitificar el amor romántico, las princesas y los príncipes azules

por Coral Herrera

clavesEn los cuentos que nos cuentan desde nuestra más tierna infancia, a los varones les enseñan tres cosas sobre el amor:

•    Hay cosas más importantes en la vida que el amor romántico.
•    Hay una mujer destinada a ti.
•    El amor es inagotable e incondicional (como el amor de mamá).

A las mujeres nos enseñan otras tres cosas:

•    No hay nada en la vida más importante que el amor romántico.
•    Hay un hombre destinado a ti.
•    Las mujeres nacen con un don para amar inagotable e incondicionalmente (por eso su objetivo en la vida es ser esposa y mamá).

En los cuentos que nos cuentan, a unos les lanzan un mensaje, y a las otras nos lanzan otro. Para los hombres, el mensaje principal es que el amor es eso que sucede al final de la aventura, después de haber pasado por mil situaciones diferentes, después de que el héroe ha demostrado su fuerza, su valentía, su capacidad para ganar y someter a los enemigos que le van saliendo en el camino, y a los monstruos internos que a veces le paralizan de miedo. Si logra vencerlos, será digno del amor de la Princesa Que Espera, y si fracasa, se quedará solo.

El príncipe azul sabe que vencerá porque siempre se siente querido. Las dudas de amor son para las princesas con mucho tiempo libre que gustan de atormentarse. Ellos prefieren sentirse queridos, útiles, importantes y necesarios para su país o para su comunidad. Los príncipes se saben deseados por las mujeres, respetados por sus enemigos, admirados por sus amigos, venerado por sus súbditos, y mitificados por una bella  muchacha que sufre lo indecible (o que se aburre infinitamente) mientras espera la llegada de su Salvador.

Otro de los mensajes que suelen lanzarnos desde las producciones culturales es que el príncipe azul lleva consigo el amor incondicional de su madre grabado en el corazón, por eso sólo podrá ofrecerle el trono del reino a una mujer que le ame como su madre: de un modo total, sin peros, sin condiciones. Así que nosotras tenemos que sustituir a su madre y convertirnos también en madres de sus hijos e hijas, y ellos, ya saben que las madres aguantan de todo y que por muy mal que te portes, nunca dejarán de quererte.

El mensaje que nos lanzan a las mujeres es que si somos elegidas, tenemos que sentirnos inmensamente afortunadas, porque somos el grandioso premio a su heroicidad, el símbolo del triunfo masculino, el descanso del guerrero, y el botín de guerra que les pertenece por haber salvado al mundo (de las hordas de orcos, de los comunistas rusos, de los terroristas islámicos, de los alienígenas, de los indios norteamericanos, de los mafiosos italianos, de los robots inteligentes y malvados).

Las princesas, nos cuentan, tienen que ser muy pacientes, porque en casi todas las historias el amado siempre tiene mucho trabajo. Y es que por encima del amor está la misión del héroe, que es mucho más grandiosa que la princesa y que él mismo. El héroe primero sirve a la patria, y después obtendrá su recompensa por su trabajo, pero tiene que ganársela: el protagonista de los cuentos de hadas y de las películas de acción ha de demostrar que es un hombre con pleno control sobre sus emociones y mucha “sangre fría” para actuar. Tiene que olvidarse de su tierno corazoncito para matar, aniquilar y destruir al enemigo. Tiene que demostrar que es duro como una piedra, que ejecuta órdenes con la fidelidad de un robot, que es capaz de aguantar el cansancio, el hambre, el dolor de las heridas, el sueño acumulado y todo lo que le echen encima. El premio a sus sacrificios es la princesa que espera en su castillo, les dicen a los niños.

A las niñas les lanzan este mensaje: para la princesa el amor sí es lo más importante, porque la liberará de su encierro o su desgracia. Ella ama el amor porque cree que su vida mejorará, y porque no le han enseñado a pensar en otra cosa que en casarse y cumplir lo que se espera de ella: ser una mujer eternamente agradecida y entregada a su Salvador con absoluta devoción.

Los príncipes han de esforzarse mucho para obtener su recompensa, las princesas sólo tienen que aguantar, esperar, y ser pacientes para que nos amen para siempre. Y esperar solas, claro, sin rivales alrededor.

No es casualidad que las princesas siempre estén solas y desprotegidas, a merced de las circunstancias, y soñando con que alguien se encargue de ella. Nunca tiene un plan propio para escapar del encierro, ni redes de solidaridad y afecto que le ayuden. Las princesas en general son vulnerables, frágiles, sensibles, dulces, heterosexuales, de piel blanca y cabellos rubios. Se aburren mucho, suspiran mucho, y piensan en su príncipe azul a todas horas, creyendo que junto a él encontrarán la felicidad eterna y nunca más estarán solas.

A los chicos les encanta pensar que existe una princesa que lo ama porque sí y sólo piensa en él. Pero además, hay otras mujeres que les desean mucho, como es natural en un macho alfa. El mensaje que les lanzan a ellos es que han de ser fuertes para evitar las tentaciones. En el camino hacia el amor, el héroe se verá seducido por maléficas figuras femeninas que lo atraen hacia el lado oscuro, pero él nunca dejará de pensar en su princesa que espera pacientemente en el castillo a ser rescatada.

El mensaje patriarcal de los cuentos para niños, adolescentes y hombres adultos es que estas maléficas mujeres son libres, potentes, atractivas, y peligrosas, así que sólo has de acercarte a ellas para satisfacer tus necesidades básicas y divertirte un rato antes de encontrarte con tu legítima amada. Sabes que serás perdonado porque son meras necesidades sexuales que “nada tienen que ver” con el sublime romanticismo que le lleva a la Princesa Que Espera.

Al final de la aventura, el hombre puede por fin rendirse ante el amor: es cuando el héroe abre su corazón gracias a la ternura de la amada. Ya ha demostrado lo fuerte y valiente que es, ya ha ganado todas las copas y trofeos, ya ha llegado el momento de asentar la cabeza y formar una familia para asegurar la perpetuación de su estirpe. En los cuentos que nos cuentan, los finales son siempre felices: el héroe rescata a la princesa, se casan y viven para siempre comiendo perdices. Él la protegerá, ella lo cuidará para siempre, ambos vivirán encerrados en su palacio de cristal.

Sin embargo, la Realidad es siempre diferente a la ficción romántica: como cualquier pareja, los enamorados se arrugan y engordan, pierden belleza y alegría, se pelean, se aburren, se hastían, se traicionan, se reconcilian, y nada es tan bonito como nos habían contado. Las princesas y los príncipes no son tan perfectos, por lo que sus historias de amor tampoco lo son.

Descubrirlo personalmente nos decepciona y nos frustra, porque nos sentimos engañados, o porque pensamos que tenemos mala suerte en el amor. Para poder sufrir menos y disfrutar más, tenemos que aprender a despatriarcalizar y a desmitificar el amor romántico, inventarnos otros cuentos con otros mensajes, y construir otras formas de querernos.

He aquí algunas claves para desmitificar el romanticismo patriarcal y para aprender a relacionarse amorosamente con personas de carne y hueso:

Para ellos

•    Buenas noticias: no hace falta que salves a la Humanidad, ni que seas un héroe, ni que demuestres que eres fuerte, violento, agresivo o dominante para que te amen. Ya no estás obligado a responsabilizarte de todo, y no hace falta que seas el ganador y el vencedor absoluto en todas las áreas de tu vida. No tienes por qué sentirte culpable si no das la talla o no cumples con las expectativas sobre tu virilidad. Basta con que seas una buena persona capaz de construir una relación bonita.

•    El amor es para disfrutar, no para sufrir. El amor es para hacernos la vida más fácil y bonita los unos a los otros, no es un medio para negociar y conseguir otras cosas, ni es un sacrificio que hay que hacer para tener asegurado el cuido y el placer (olvídate de la esposa-criada complaciente que atienda todas tus necesidades como mamá, para más información, el siguiente punto).

•    Definitivamente, la princesa rosa ya no existe. Las mujeres ya no esperan toda la vida ni te aman incondicionalmente: si no te portas bien, si no hay buen trato, si no alimentas la relación, si pactas fidelidad y no cumples, te dejan. La mujer a la que amas no está sentada esperando a que llegues,  no está siempre disponible para ti, ni es tuya, ni su amor es para siempre. Es una mujer libre que está contigo porque quiere estar contigo, sencillamente, en el presente que compartís.

•    No mitifiques a una sola mujer y desprecies a todas las demás. No existen las mujeres buenas y las mujeres malas, por lo que no hace falta que montes jerarquías afectivas que sitúen a una sola mujer en la cúspide del éxito, y a todas las demás las minusvalores. Las mujeres no son “santas” o “putas”, son seres imperfectos y complejos como tú, con sus virtudes y sus defectos, sus errores y sus aciertos. Igual que tú nunca podrás ser tan maravilloso como el príncipe azul, ellas tampoco podrán cumplir con las expectativas del mito de la princesa. Las mujeres libres con autonomía no son peligrosas. No hace falta dominarlas para poder amarlas. No tengas miedo a relacionarte con una mujer de carne y hueso sin la coraza: no muerden.

•    El amor no supone rendirse, no es un virus que te posee y te roba la voluntad, no es el fin de tu juventud, no te convierte en prisionero de nadie, no te convierte en propietario, ni en dominador o dominado. El amor no te roba la autonomía, no es el fin de tu libertad, no te convierte en un “calzonazos”, no te rebaja la virilidad. Así pues, eres libre para relacionarte desinteresadamente con las mujeres o los hombres a los que amas, y para dejarte seducir por la magia del compañerismo romántico que nos sitúa a todos en el mismo plano horizontal. Practicar el amor sin las antiguas estructuras de dominación y sumisión, te liberará de la necesidad de ser superior o de luchar por el poder, con lo cual podrás disfrutar más del amor.

•    Aprende a compartir protagonismos: antes los personajes femeninos de las historias de amor ejercían un papel pasivo, ahora van en su propio caballo, matan a sus propios dragones, toman decisiones, resuelven enigmas, se emparejan y se separan, eligen a sus compañeros, se equivocan, rectifican, y reivindican su derecho a moverse con libertad, y a ser protagonistas de sus propios relatos. Las mujeres son tus compañeras, y los hombres son tus compañeros, y se trabaja siempre mejor en equipo que en solitario. Di no a la soledad, que te hace más dependiente y más vulnerable, y júntate a la gente para dar y recibir amor, para vivir aventuras, para celebrar la vida.

•    El amor no culmina con un final feliz, se construye día a día. No existe la fuente de amor inagotable, no dura para siempre, y no es gratis: para ser amado hay que amar, para recibir hay que dar, para que te traten bien tienes que tratar bien. El amor puedes disfrutarlo en cualquier momento de tu vida si tienes las herramientas y los conocimientos necesarios para construir una relación bonita. No es una meta a la que llegar, es un proceso que se vive en el presente inmediato y se nutre con nuestra creatividad, nuestra generosidad, nuestra capacidad de empatía y de disfrute.

•    Libérate de las cargas del príncipe azul. Por mucho que lo intentes, nunca podrás estar a la altura de los mitos de la masculinidad hegemónica, ni cumplir con todas las expectativas que se despiertan en torno a la figura del héroe con superpoderes mágicos. Ningún hombre es tan guapo, bondadoso, rico, valiente, potente sexualmente, sensible, honrado, luchador, generoso, sabio, culto, divertido, ni tan perfecto como los vemos en las películas (excepto Brad Pitt, y seguro que algún defecto tiene el hombre). Con la edad irás engordando, perdiendo fuerzas y reflejos, tendrás achaques, puede que te quedes calvo, que se arruine tu negocio, que dejes de tener éxito en la vida, que te abandone la buena suerte. Sabiendo que nunca podrás ser tan maravilloso como un príncipe azul, estás liberado de la carga que supone estar siempre demostrando que eres muy hombre, o que eres el mejor: así puedes dedicar tu tiempo y energía a otras cosas más provechosas, como por ejemplo practicar la autocrítica amorosa para conocerte mejor, o trabajarte los miedos que te impiden disfrutar del amor.

•    Los miedos no desaparecen mágicamente, hay que trabajarlos constantemente: en los cuentos los miedos se superan con pócimas, con talismanes, con conjuros o hechizos, con tótems o con magia. Muchos de ellos los has heredado de tu cultura patriarcal: el miedo a no dar la talla en la cama, el miedo a enamorarse ciega e irracionalmente, el miedo a quedarse solo, el miedo a salir de los armarios, el miedo a la infidelidad o la deslealtad de la persona amada, el miedo al “qué dirán”, el miedo al rechazo o a no ser correspondido, el miedo al compromiso, el miedo a que te dominen o te manipulen, el miedo a que se cuestione tu virilidad o tu heterosexualidad, el miedo a perder tu autonomía y tu libertad, el miedo a que te hagan daño, el miedo a fracasar, el miedo que nos da saber que no somos imprescindibles para nadie… hay que liberarse de los miedos, entonces, para poder relacionarse con la gente con libertad, con generosidad, con ternura.

Para ellas:

•    No te esfuerces en cumplir el mito de la princesa rosa: nunca serás tan buena, guapa, joven, sana, dulce, paciente, obediente, conformista y pasiva como esta heroína tradicional, por mucho empeño que le pongas. Además, los palacios son lugares enormes, solitarios, fríos, aburridos, y resulta muy difícil escapar de ellos cuando estás dentro. Dedica tus energías a construir tu propio personaje, y a ser la mujer que te dé la gana de ser.

•    No te esfuerces en buscar al príncipe azul, no existe el hombre ni la mujer perfecta. Somos más felices cuando querremos a la gente tal y como es, sin mitificarla, sin endiosarla, sin rebajarla.

•    El amor no es la solución a todos tus problemas. Si te pasa como a las princesas de los cuentos, que están hartas de la explotación laboral a la que están sometidas, o sencillamente te aburres y tienes ganas de transformar su vida, no esperes a la llegada del Salvador que te rescate de tu situación. Ponte manos a la obra para generar cambios que mejoren tu vida sin depositar esa responsabilidad en nadie más que en ti.

•    Esperar es inútil: en estos tiempos en los que las horas y los meses pasan volando, ya no podemos pararnos a esperar a nadie. Esperar es un acto pasivo que deja en manos de los demás nuestra propia felicidad. No sabemos si nos queda una semana o diez años de vida, así que mejor disfrutar del presente, que es el único tesoro que tenemos.

•    El amor no es sacrificio, renuncia, ni rendición: no tienes por qué olvidarte de ti misma ni de tus necesidades sólo porque tengas pareja. No tienes por qué entregarte en cuerpo y alma si la otra persona no se entrega. No tienes por qué aguantar todo lo que te echen encima “por amor”. Amar no es sufrir: es disfrutar.

•    Hay muchas fuentes de afecto, de placer y felicidad en nuestras vidas, por eso el amor romántico no puede ser tu único objetivo: estas rodeada de gente estupenda que te quiere, y hay mucha más gente estupenda a la que conocer. El romanticismo en pareja es una experiencia hermosa, pero también hay mucho que aprender, que vivir, que experimentar con los demás. El amor es importante en la medida en que no se limite a una sola persona, y en la medida en que nos permita crecer y evolucionar, y repartir amor a la gente que nos rodea.

•    Trabaja tu autonomía económica y tu independencia personal para poder construir relaciones desde la libertad, y no desde la necesidad o el interés. Déjate seducir por la magia del compañerismo romántico, y quiérete mucho, para poder dar amor a los demás. Practica la autocrítica amorosa para conocerte mejor y trabajarte lo que pueda hacerte mejorar. El amor es un arte, y cuantas más herramientas tengas para relacionarte con los demás, más podrás disfrutarlo.

•    Libérate de tus miedos, sal de tus armarios, y no te sientas culpable si te enamoras, o si te desenamoras. Las mujeres no nacemos con un don para amar eterna e  incondicionalmente, y tenemos derecho a juntarnos o separarnos de nuestras parejas cuando lo deseemos. Y siempre estamos mejor acompañadas por otras, que solas.

•    Di no a la soledad: las protagonistas de las historias siempre están solas: no descuides tus redes sociales y afectivas, porque son tu mayor tesoro. Solas somos vulnerables y dependientes, rodeadas de gente a la que queremos somos más libres y tenemos más posibilidades de vivir el amor sin reducir todo a una sola persona. Expande y diversifica tu amor.

•    Disfruta de tu papel protagonista en la historia de tu vida: tú eres la narradora, la guionista, la directora, y la actriz principal. Tú elijes a la gente con la que quieres compartir, tú tomas las decisiones, y tú confías en ti misma a la hora de construir tu historia. Tú eres la que inventas, la que te equivocas, la que rectificas. Trata con mimo a tu propio personaje y a los que te acompañan, os merecéis el mejor trato del mundo.

http://otrasformasdequererse.com

Adolescentes machistas: la cruda herencia del patriarcado

Más del 80% de los jóvenes españoles conoce actos de violencia en parejas de su edad, según una investigación del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud. Las relaciones interpersonales giran sobre mecanismos de control y posesión que dan lugar a comportamientos potencialmente agresivos, concluye el estudio. Revisar el móvil, imponer amistades, insistir en mantener relaciones sexuales e incluso insultar o agredir aparecen como situaciones intimidatorias más habituales

Juan Miguel Baquero

La brecha de género aumenta en las aulas, aunque el Gobierno asegura que la corregirá con un examen

Los adolescentes españoles reproducen estereotipos machistas como revisar el móvil de la pareja, imponer amistades, insistir en mantener relaciones sexuales… en casos extremos insultan o agreden. Es la cruda herencia del patriarcado. Más del 80% de los jóvenes de 14 a 19 años conoce actos violentos en parejas de su edad, según un estudio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud.

La investigación  ¿Fuerte como papá? ¿Sensible como mamá? Identidades de género en la adolescencia gira en torno a qué significa ‘ser chico’ y ‘ser chica’. Cómo ponen en juego sus expectativas, roles y referentes colectivos. De qué modo se perciben a sí mismos.

Y el desenlace es que persiste la inequidad de género. Ser chico, creen, es sinónimo de dinamismo, independencia y posesividad. Una chica será sensible, presumida y responsable. Ellos son decididos, mejores en deporte y tecnología. Ellas, empáticas y reflexivas. Una rémora social que tiene vertiente combativa en la cuarta parte que, con un toque feminista, más rechazan las conductas tradicionales.

Las relaciones interpersonales, sometidas así a mecanismos de posesividad y control, dan lugar a comportamientos potencialmente agresivos por ambas partes. Aunque más frecuentes, y más graves, por parte del varón, concluye a través de una encuesta a 2.154 jóvenes escolarizados el centro creado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), en un trabajo que ha sido presentado en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla).

Convencidos «de que son diferentes»

Adolescentes_machistas1Los participantes en el sondeo identifican hasta cinco actos por persona de violencia ejercida por chicos y una media de 3,7 por chicas. Solo un 12% dice no conocer situaciones de abuso ejercido por chicos y, un 16,5%, por chicas. Datos que muestran la frecuencia de actitudes intimidatorias contra la pareja.

Las adolescentes aparecen como protagonistas de actos como revisar el móvil, impedir ver a sus amigos o saber dónde está. Entre los jóvenes varones es más habitual la intimidación, el control personal y emocional, la violencia física y verbal o la violación de la intimidad.

En todos los casos contribuye el uso de las nuevas tecnologías, que han modificado las relaciones y la capacidad de vigilancia. Y la aceptación generalizada de tópicos que definen hipotéticas diferencias: mayoritariamente las chicas son definidas como sensibles y tiernas (por un 56% de los jóvenes), preocupadas por la imagen (46%) o responsables y prudentes (36%). Los chicos, dinámicos y activos (66%), independientes (36%) o posesivos y celosos (31%).

Adolescentes_machistas2«Están convencidos de que son diferentes, que las chicas son más sensibles y los chicos más dominantes», resume el director técnico del Centro Reina Sofía, Eusebio Megías. Pero no parten de un punto de inequidad: «somos iguales pero no haces ciertas cosas porque no quieres», piensan. La atribución de cualidades a los diferentes sexos influye de manera determinante en el establecimiento de estereotipos.

Cuando el «amor romántico» lleva a la posesión

Los jóvenes «identifican» las desigualdades, la herencia del patriarcado en materia laboral, familiar, política… Pero la perciben «de otra generación», cómo si el feminismo y el machismo fueran parte de la historia, un problema de sus padres. «Queda mucho trabajo por hacer», precisa la coordinadora del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, Anna Sanmartín. «Persisten exigencias de control y posesión» influidas «por la educación recibida y, también, por la herencia generacional».

Adolescentes_machistas3El estudio constata avances estructurales, caso de relaciones de pareja que cada vez tienden a ser más igualitarias. Cala el mensaje, pero lento. Los adolescentes españoles siguen manteniendo roles y convicciones que perpetúan la desigualdad, generalmente a costa de las chicas y mantenida, a menudo, por ambos sexos.

En ese punto suele actuar como rémora el ideal del «amor romántico», traducido finalmente como símbolo de fidelidad y posesividad que desemboca «en sentimientos de celos que se viven con normalidad». El machismo, señala Sanmartín, «está ahí, existe en la sociedad imperante, lo hemos mamado».

Por esto el objetivo del estudio quedó centrado en «ver cómo se formaliza la identidad de género en esa época tan importante de la vida». Por qué motivos ellas deben ser más empáticas, capaces de comprender, de dar cariño y de reflexionar. Y ellos más decididos, mejores para el deporte y más hábiles con la tecnología. En qué razones se sustenta la persistencia de la desigualdad de género.

«Nos quedamos como ciegas»

Durante el estudio, los comentarios machistas surgieron «con normalidad». Definiciones que implicaban las expectativas y roles que chicas y chicos asumen en el día a día. «Las chicas viven los sentimientos de manera pasional, sin embargo los chicos somos más fríos, más tranquilos. Las mujeres son más complicadas», por ejemplo.

Una chica: «Cuando alguien se pasa con nosotras en la discoteca, los chicos nos protegen. Eso es bueno, quiere decir que nos tienen en cuenta y que no nos consideran solo un trozo de carne». Un chico: «Creo que la mujer está más capacitada para resolver problemas cotidianos… eso me hace pensar que su inteligencia emocional es mayor que las de los hombres».

«¿Somos débiles o nos lo hacen ver? Si nos preparan así desde el principio, ¿Qué esperan de nosotras? ¿Qué seamos sumisas y no podamos hacer lo que ellos hacen?», reivindica una joven. «Nos quedamos como ciegas… nos damos cuenta de que hacemos lo que ellos quieren demasiado tarde», concluye una adolescente.